De nuevo el paisaje andaluz nos sorprende gratamente con sus
delicadas formaciones. En esta ocasión tuvimos la suerte de ser acompañados por
José Antonio y su gente, del grupo “Los amigos del Torcal” que nos hicieron una
ruta muy completa de lo que es el Torcal; algo singular, lleno de variaciones
geomorfológicas.
El Paraje Natural de
El Torcal se caracteriza por un impresionante paisaje Kárstico, cuya formación es
debida a un proceso de cientos de millones de años, cuando se encontraba sumergido bajo el mar de Thetis. Cuando éste
desaparece, los sedimentos marinos que se han ido acumulando y
compactando en diferentes niveles, son comprimidos,
deformados y fracturados hasta emerger en un lento y continuado
proceso. Una vez emergido el relieve, la acción prolongada de los agentes
meteorológicos como el agua, el
hielo y el viento sobre la piedra caliza, esculpió el asombroso paisaje
kárstico de El Torcal de Antequera. Además, este tipo de terreno se traduce también,
en un conjunto de numerosas cuevas y simas, torcas o dolinas, sumideros, navas,
etc., que le dan aún más un plus de interés.Recientemente he visitado la “Ciudad Encantada” (Cuenca), un
paraje de características similares; zona que estuvo también bajo la influencia
del mar Thetis, y al igual que aquí, cada una del las formaciones con las que
te ibas encontrando te podían ir sugiriendo algún objeto, animal o personaje de
nuestro entorno habitual; de hecho, las más significativas fueron bautizadas en
su momento con nombres como la “tortuga”,
“la cara”, “los hongos”, “Los osos”, etc., que utilizan como reclamo para los visitantes. De manera, que uno de nuestros objetivos era visitar algunas
de las formaciones referentes; “Las
siete mesas”, “El sombrerillo”, “El cáliz”, “El azucarillo”, etc. entre las
miles que nos animan a ir dándole nombre, por cada uno de los rincones por los
que vas caminando. Sin duda, cada metro que avanzábamos, tenía algo que
mostrar, enormes fósiles en positivo o negativo de ammonites, cuevas o simas
como “la sima del chaparro”, “ sima
rasca” una de las más profundas del entorno; restos de construcciones de pastores
y canteros que desde los romanos han ido dejando su huella , dolinas,
corredores, agrios, etc.; abundante flora y vegetación; y como no, la presencia
del buitre leonado y la cabra montés. Un
lujo, haber participado de esta ruta, que esperamos repetir, y de la que poco a
poco iremos familiarizándonos con cada uno de sus nombres. Por cierto, algún “destrepe divertido” tuvimos
que hacer hasta llegar a “El cáliz” y luego salir de éste.
¡Gracias, y hasta
la próxima!.