En esta ocasión partimos de un paraje llamado Puente la Reina, una zona residencial a pocos kilómetros de Jaén, donde confluyen el río Quiebrajano y el río Frío. Tras un desayuno muy confortable; el agua está fría y hay que coger calorías, nos metemos en el río, donde no hace muchos años sus aguas producían una industria importante de truchas, en la parte superior derecha se divisan los restos de lo que fue una piscifactoría. Subimos río arriba hasta los cañones de Mingo, es el tramo más espectacular de la parte que pudimos hacer, el agua baja entre paredes sinuosas erosionadas con la fuerza del agua y el paso del tiempo, disfrutando de auténticas esculturas naturales, paredes llenas de oquedades, que en muchas de ellas, en todo este entorno y en zonas más elevadas, albergan muestras del paso de nuestros antepasados remotos, con pinturas rupestres antropomórficas y zoomórficas. Salimos a un tramo de aguas mansas, contemplando algunas de las aguas manantiales que alimentan al Mingo, hasta llegar a una presa donde nos sorprendió el “Hombre Alga”, que rápidamente huyó, pues con unos ajitos y unos huevos podía ser devorado. A continuación llegamos a un paso estrecho y profundo, que nos lleva a una poza bastante grandecita y profunda, que puso fin a nuestro trayecto pues, de ahí no había manera de pasar. En otra ocasión intentaremos, por el río o por las veredas alternas, llegar hasta arriba, hasta al canal que trae las aguas del Quiebrajano, para seguir sorprendiéndonos de este precioso lugar.
¿Qué os parece? ¿Estamos dispuestos a llegar a los Villares?
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