lunes, 18 de enero de 2016

P.N. de TALASSEMTANE, Marruecos.






















Os cuento cómo nos fue la estancia por tierras africanas en las navidades pasadas, nuestra visita al Parque Nacional de Talassemtane, en pleno Rif  marroquí. Hemos conocido parte de la cadena montañosa situada al norte de Marruecos en el llamado arco bético-rifeño; tierras separadas por el Estrecho, que guardan grandes similitudes. José, había estado por allí anteriormente, y organizó las salidas con el fin de explorar zonas nuevas, y fue un acierto. Para Antonio, Rosa y quién escribe, la experiencia era ilusionante, con muchas ganas por descubrir lo que habíamos visto por internet y José nos había contado.
La ruta estrella era la subida al Jbel Kelti (1926m), saliendo desde  El Wadyine (730 m), en la cara oeste. Empezábamos a andar temprano pues el día era corto, y la jornada no sabíamos si más larga de lo previsto, aunque estábamos orientados, no sabíamos si daríamos por los pasos adecuados. El primer tramo fue duro por su pendiente, pero nos relajó ver pronto a la gente de las montañas con sus quehaceres diarios. Vayas por donde vayas te encuentras con alguien; el campo está ocupado, viven principalmente del cultivo del kifis y del ganado, y para nosotros es un placer ver sus poblados, espectaculares bancales de siembra y la sonrisa y el saludo de quién se cruza contigo. Pasamos por una pequeña población con sus casas tradicionales llamadas jabalas, donde en plena producción, escuchábamos los famosos tambores del Rif. Esta iba a ser la música que escucharíamos en toda nuestra estancia, por cierto muy relajante. En torno a los 1300m el terreno se tornaba más agradable y suave, muy al fondo empezábamos a intuir El Kelti. No es la cumbre más elevada de la zona, pero si una de las más espectaculares por sus fuertes desniveles, especialmente en las vertientes que dan al valle del Oued Laou y sobre Tamalout. Nos dirigimos hacia el noreste, donde disfrutamos de la belleza del bosque, formado por encinas, quejigos morunos, enebros arbóreos, sabinas, arces, tejos, cedros y algún que otro pinsapo, en las zonas más altas; una auténtica maravilla. Atravesamos el bosque, poljes, dolinas, y por último una enorme mole de lapiáz donde se encuentra la cima. Arriba un gustazo las vistas, lástima la bruma, las montañas de Tetuan, Jbel Musa, la costa de Oued Laou, al otro lado España, donde se intuye el Torrecilla, al sur Jbel Lakra (2.160 m) y el Tissouka (2.152 m) donde se concentra un centenario bosque de pinsapos; el poblado de Tamalout abajo en la vertical. Reponemos fuerzas y de vuelta, entre dos luces llegamos al coche. Acabamos la jornada zampándonos  un suculento Tajine, regado con unas cruzcampo con permiso de los presentes. Al día siguiente de visita hacia la costa de Oued Laou, desde donde divisamos en su cara norte la espectacularidad del Kelti, tras una breve estancia volvimos hacia Chauen a través de una pista que sale de Akchour, interesante ruta en coche con magníficas vistas. Es uno de los mayores atractivos del Rif Occidental, una pequeña ciudad llena de encanto situada sobre la ladera de una montaña y fundada por los musulmanes expulsados de Al-Andalus.  Su medina con su ajetreo y bullicio, sus callejuelas escalonadas y teñidas de azul, que le dan una atractiva y pintoresca nota de color. Al día siguiente, nuestro segundo objetivo, saliendo desde la presa de Akchour, conectar los dos cañones de los ríos Farda, pasando previamente por el Puente de Dios, y volver visitando la Gran Cascada, por el río Kelaa. Una dura ruta que no permitía ningún despiste, y precisamente eso fue lo que nos ocurrió, buscando la vereda que nos conduciría a Izrafene, acabamos cogiendo un carril equivocado. Vuelta atrás, y de nuevo por donde salimos, el día se acababa y no teníamos mas remedio que volver, al menos nos quedó claro por donde coger la vereda que conectaba. La ruta aún así mereció la pena, y mucho, además tuvimos la suerte de ver los famosos monos de Gibraltar, llamados Macaco Silvanus o mono de Berbería. Volveremos. El último día lo dedicamos a visitar la ciudad antigua o Medina de Tetuán, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y algún rincón con reminiscencias del pasado de cuando fue la capital del protectorado español de Marruecos. Bueno, todo esto y alguna cosilla más dio decir nuestra estancia en este nuestro país vecino, del que no sólo tenemos cultura en común sino también parajes naturales. Un saludo.