¡HOLA!
Un día de luces y contrastes, que sólo levemente se pueden apreciar en fotografías. Francisco, el pastor de la Majá, si conoce bien como se las gasta el invierno en Camarena.
Un saludo
domingo, 26 de diciembre de 2010
sábado, 25 de diciembre de 2010
PICO BERMEJO
¡Hola! Compañeros/as esta es mi primera experiencia documentada, de esas rutas que unos más que otros , hacemos habitualmente por estos maravillos parajes. Mi intención es que cualquiera de los que están en contacto con la naturaleza, tengan opción de colaborar insertando en el blog la ruta realizada, la experiencia vivida, para que sirva de aliciente para seguir investigando lugares y rincones subbéticos; que sea un escaparate de imágenes, sensaciones, etc., para que todos aquellos que por circunstancias no puedan salir al campo tengan la satisfacción al menos verlo en casa, para quién desee conocer esta zona, y en definitiva, para todos los amantes del medio natural.
Esta ruta, como casi todas, nos la diseñó uno de los "alma mater" de grupo de Buitres, nuestro amigo José Antonio. Empezamos tempranito como siempre, y llegamos en coche pasando por los Villares, a las cercanías del cortijo del Puerto del Cerezo, donde dejamos el coche y con cierto sigilo, cogimos la verea sin que la señora del cortijo nos viera, parece que es un poquillo "esaboría". Empezamos a ascender por el camino divisando la Gallinera al oeste y la Alhucema al este, y a mitad de subida cogimos el arroyo del puerto arriba; allí vimos el primer pastor negro de la subbética con su rebaño de cabras. Llegamos al nacimiento del arroyo, más tarde coronamos el puerto del Cerezo (1301 m.), con la sorpresa de coincidir con un ciclista montañero, ¡hay gente con casta!. Este hombre hace habitualmente la ruta Priego-Priego a tarvés del Cerezo saliendo por las Lagunillas. Seguimos subiendo, cambiando la dirección NO, desde donde empeamos a divisar el pantano de Iznajar, sierra Alta, la loma las Chozas, la cresta del Jardín del Moro, etc. un paisaje cojonudo. Decidimos "echar el joyo" últimamente acompañado de aceitunas partías, ¡qué buenos bocatas!, y sobre todo dónde. A seguir subiendo, a todo esto íbamos Fidel, Luis, Mendoza y un señor de nada menos 74 años, el señor Miguel que disfrutaba como un chiquillo; Fidel y yo le perdímos los pies de vez en cuando ¡qué gachón!. Empezaba a pegar el virulí con genio, o como bien decía mi buen amigo Ventura que le contaban los pastores, "sabe el aire a tos laos", hasta que llegamos al destino, siempre acompañados por la presencia de los buitres, ¡como no!, y de yo creo que una majestuosa águila real. ¡Qué gracia!, el amigo Fidel por poco se escoña al correr para llegar primero, el pobre siempre iba el último. Allí firmamos y vimos las firmas de otras subidas anteriores, y por supuesto el paisaje, 360º de chulería. La vuelta tuvo un poco de miga, José Antonio, ya la había echo en otra ocasión y decía que mercía la pena; fuímos casi a saco, dirección al coche, pero muy chula. Canchales, roeros, tajetes, en fín esas cosas hasta atravesar un paraje de encinas, quejigos y coscojas, llamado el Quejigal. De ahí al coche y vuelta a casa, por cierto en Los Villares, vimos a nuestro amigo el Tano que nos ofreció una cervecita, pero que la pospusimos para otro día.
Esta ruta, como casi todas, nos la diseñó uno de los "alma mater" de grupo de Buitres, nuestro amigo José Antonio. Empezamos tempranito como siempre, y llegamos en coche pasando por los Villares, a las cercanías del cortijo del Puerto del Cerezo, donde dejamos el coche y con cierto sigilo, cogimos la verea sin que la señora del cortijo nos viera, parece que es un poquillo "esaboría". Empezamos a ascender por el camino divisando la Gallinera al oeste y la Alhucema al este, y a mitad de subida cogimos el arroyo del puerto arriba; allí vimos el primer pastor negro de la subbética con su rebaño de cabras. Llegamos al nacimiento del arroyo, más tarde coronamos el puerto del Cerezo (1301 m.), con la sorpresa de coincidir con un ciclista montañero, ¡hay gente con casta!. Este hombre hace habitualmente la ruta Priego-Priego a tarvés del Cerezo saliendo por las Lagunillas. Seguimos subiendo, cambiando la dirección NO, desde donde empeamos a divisar el pantano de Iznajar, sierra Alta, la loma las Chozas, la cresta del Jardín del Moro, etc. un paisaje cojonudo. Decidimos "echar el joyo" últimamente acompañado de aceitunas partías, ¡qué buenos bocatas!, y sobre todo dónde. A seguir subiendo, a todo esto íbamos Fidel, Luis, Mendoza y un señor de nada menos 74 años, el señor Miguel que disfrutaba como un chiquillo; Fidel y yo le perdímos los pies de vez en cuando ¡qué gachón!. Empezaba a pegar el virulí con genio, o como bien decía mi buen amigo Ventura que le contaban los pastores, "sabe el aire a tos laos", hasta que llegamos al destino, siempre acompañados por la presencia de los buitres, ¡como no!, y de yo creo que una majestuosa águila real. ¡Qué gracia!, el amigo Fidel por poco se escoña al correr para llegar primero, el pobre siempre iba el último. Allí firmamos y vimos las firmas de otras subidas anteriores, y por supuesto el paisaje, 360º de chulería. La vuelta tuvo un poco de miga, José Antonio, ya la había echo en otra ocasión y decía que mercía la pena; fuímos casi a saco, dirección al coche, pero muy chula. Canchales, roeros, tajetes, en fín esas cosas hasta atravesar un paraje de encinas, quejigos y coscojas, llamado el Quejigal. De ahí al coche y vuelta a casa, por cierto en Los Villares, vimos a nuestro amigo el Tano que nos ofreció una cervecita, pero que la pospusimos para otro día.
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