Hace unos días entre los colegas había cierto revuelo por el hecho de que nuestro buen amigo Julián, seguía en su empeño de conseguir hacer de una tacada todas las cumbres más importantes de las Sierras Subbéticas. Tras varios intentos, el día ya estaba marcado en el almanaque, y el personal dispuesto a acompañarle de alguna u otra manera, todos metiendo el hombro para hacer realidad semejante hazaña… ¡Enhorabuena de nuevo Julián, Ramón y Román, sois grandes!. Os dejo con la crónica, que hizo Julián tras conseguir el reto. Un saludo.
“ Este año se cumplen 19 años desde nuestra primera participación en el mundo de las travesías de montaña. Fue organizada por nuestros amigos del club Tiñosa y tuvo como escenario a las Sierras Subbéticas. Desde aquel entonces hasta hoy, en Cima 2000 hemos ido afrontando retos cada vez más ambiciosos: carreras de Ultra Trail, Raids de Aventura, 101 km. de Ronda…
Hacía ya muchos años que me rondaba por la cabeza llevar a cabo la Integral de las Sierras Subbéticas. El Diccionario de la Lengua Española define integral como “que comprende todos los elementos o aspectos de algo”. Aplicado al senderismo, se trata de ascender y descender todas las cumbres de un sistema montañoso. Por poner un ejemplo cercano, en Andalucía es muy conocida la Integral de los Tres Miles de Sierra Nevada. Tal como la proyectamos, nuestra integral sería un recorrido que subía a las 28 cumbres principales del Parque Natural, con una distancia que sobrepasaba en algo los 100 km. y con un desnivel positivo y negativo que se acercaba a los 7.000 m. Todo ello sin descanso, del tirón.
Después de algunos intentos lejanos ya en el tiempo (2003, 2006, donde más que una integral hacíamos una ruta lineal entre dos puntos subiendo todas las sierras que nos encontrábamos por el camino) y alguna que otra tentativa posterior frustrada por el mal tiempo, no sería hasta 2014 cuando hicimos el primer ensayo serio de este reto. Entonces conseguimos completar 59 km. y ascender 13 cumbres, la mitad de lo proyectado. La experiencia me enseñó que hay que preparar de una manera más minuciosa todo el recorrido, rediseñando algunos tramos y limpiando y marcando con hitos otros muchos, de tal forma que se acortara todo lo posible la distancia entre cumbres y se pudiera avanzar sin problemas en las horas nocturnas. Al mismo tiempo, se hacía necesario un nuevo planteamiento horario que permitiera completarlo en un solo fin de semana.
Ya en este 2016, tras dos aplazamientos en febrero y marzo por mal tiempo, numerosas salidas para reconocer y marcar tramos con mi compañero Fernando Salido y muchos kilómetros de entrenamiento en las piernas, fijamos la fecha del 23 y 24 de abril para un nuevo intento. Los componentes del grupo de salida somos diez: Vale Jurado, los hermanos Pepe y Manolo Castro, Román Moral, Fernando Salido, José Antonio Morillo, Ramón Castro, Juan Ángel Sánchez, mi cuñado Jesús Ariza y yo. Partimos a las 7,30 de la mañana del sábado desde las últimas casas de Rute en dirección a Sierra Alta, punto culminante de la Sierra de Rute, que afrontamos de manera directa, a través del cortafuego del Hacho, la fuente del mismo nombre y la vereda del Barranco de Sierra Alta, que nos acerca a su vértice geodésico. Tras las fotos de rigor comienza el duro cresteo de la Sierra de Rute hasta el puerto que la separa de la Loma de las Chozas, nuestro siguiente objetivo, a donde llegaremos tras una larga cuesta que nos mete de lleno en el macizo de la Horconera y las mayores alturas de las Subbéticas. Ahora toca descender al Puerto del Espino y volver a subir al Puerto del Cerezo, por donde pasaremos dos veces. Una, a la ida hacia el Bermejo y otra a la vuelta de este pico. Enfrente nos espera la abrupta Sierra Alhucemas, cuya cima nos depara unas vistas impresionantes sobre el Barranco del Cortijo Alto y Las Lagunillas. Un delicado tramo por la afilada arista y comenzamos el largo descenso que nos llevará a Puerto Mahína. Nos encontramos con Elena Valle y Pepe Mendoza, que han subido hasta aquí para acompañarnos en la subida a la Tiñosa, la reina de nuestros montes. Durante la ascensión noto que voy acalambrado de ambas piernas, así que las perspectivas no son muy buenas. No obstante, seguimos subiendo hasta alcanzar el techo de nuestra ruta, donde coincidimos con numerosas personas que han aprovechado la mañana del sábado para llegar a esta emblemática cima. Ahora toca bajar de nuevo por la misma ruta de subida hasta el cortijo de las Chozas de Toledo, mientras nos caen algunas gotas y vemos cómo llueve con ganas en otras partes del recorrido, algo que tendrá su importancia más adelante. Abajo nos espera nuestro equipo de avituallamiento: Pepe Casas, Ángel López, Pepe Campos, Rafa Oliva y Enrique Triano. Jesús ha cumplido su idea de hacer la Sierra de Rute y la Horconera y lo deja aquí…por ahora.
Tras una rápida comida afrontamos un tramo de olivares que nos acerca a la Fuente del Arrimadizo y nuestro siguiente objetivo: la Sierra de los Pollos. Mis problemas en las piernas no se han ido del todo y Juan Ángel me da un remedio casero: el caldo de los pepinillos en vinagre. Ignoro sus propiedades terapéuticas, pero desde ese momento mis calambres desaparecen definitivamente, algo que el magnesio no había logrado hasta ahora. La ascensión a los Pollos es muy dura, pero la hemos marcado con hitos de piedra y nos lleva a su vértice geodésico con rapidez. Un nuevo y largo descenso nos deja en Los Villares, al pie de una de las cimas más severas que hemos de afrontar: la Sierra Gallinera. Con paciencia y perseverancia vamos ganando altura hasta llegar finalmente a su cima, donde nos fotografiamos de nuevo y comenzamos la interminable bajada que nos lleva al Arroyo de las Tijeras. Allí nos esperan de nuevo nuestros compañeros del avituallamiento, a los que se han sumado Mamen Martos, Mónica Triano y Paco Mora. Fernando y Juan Ángel se suben a los coches en este lugar.
A continuación viene un tramo de transición de unos 5 km. más relajado para nuestras ya castigadas piernas, en el que pasamos junto a la Fuente del Francés y la Loma de Gaena. Con las últimas luces de día llegamos a un punto clave de nuestra ruta: la Fuente de Salmerón, donde además de nuestro grupo de apoyo están Carmen Roldán, Paquillo Jurado, Jaime Manchado y Tricu Triano, que se han acercado a darnos ánimos. Estamos en el último avituallamiento antes de encarar las temidas “Sierras Negras”, como llamamos al grupo de montes que vienen a continuación: entre otros, el Morrón de Salmerón, la Cabrera, el Cerrajón de Palojo, la Algaida o la Luca, todos ellos con un aspecto oscuro por su abundante vegetación. Ahora el terreno se vuelve especialmente difícil, ya que los gamones tapan la fisonomía de las rocas y apenas se ve dónde se pisa. Además, están mojados por las lluvias de esta tarde, así que nuestros pies no tardan en estar empapados y todo resbala peligrosamente. Lentamente van pasando las horas nocturnas en este escenario dantesco, donde lo único positivo es que vamos encontrando nuestros hitos de piedras que nos ayudan a no perdernos y seguir avanzando. Vale y José Antonio lo dejan a la altura de Palojo y más tarde será Manolo quien se monte en los coches, ya en el avituallamiento de las 5 de la mañana.
Hemos llegado hasta donde terminamos en 2014. Todavía restan unos 50 km. y frente a nosotros se alza la mole de Pelpite, desafiante a la luz de la luna. Otra vez paciencia en las duras rampas de este coloso, que afrontamos por su cresta rocosa para evitar la hierba mojada. Poco a poco, el escenario se vuelve mágico con la luz del amanecer y espesos jirones de niebla rodeándonos por momentos. La cima nos recibe con un desagradable viento frío que nos deja ateridos. A la bajada nos esperan nuevos compañeros que se incorporan a andar a partir de ahora: Pepe Campos, Rafa Oliva y Rafa Pinilla, que se ha pegado un buen madrugón para venir desde Córdoba y ya no nos dejará hasta el final.
Pasado Pelpite, nos dirigimos hacia la Cubilla, en cuya cima el sol vuelve a reconfortarnos. Desde ella se ve tan cerca el Santuario…Pero volvemos sobre nuestros pasos y nos dirigimos a la mayor altura de la zona: elPico Lobatejo. El día está radiante pero nuestros pies llevan unas 13 horas empapados. En la cumbre noto un dolor tan intenso que estoy seguro de tener una gran ampolla, así que les digo a los demás que cuando lleguemos abajo nos vamos todos para casa. Toca bajar, y mucho, por interminables manchas de gamones que siguen empapados, hasta que por fin llegamos a los Pozuelos y a los olivares. Al pie de las Buitreras nos espera un montón de gente que nos dedica un emocionante recibimiento: nuestros compañeros del avituallamiento, nuestro presi, Juan, Antonio, Julia, Jesús y José Antonio (ya están aquí otra vez), Leti, Elena, Mara… Para mí es especialmente emocionante encontrarme con Mª Carmen, con quien he compartido las muchas dudas e inquietudes que conlleva esta aventura.
Mi presunta ampolla no es más que una arruga en la piel de la planta del pie, así que me cambio de zapatillas y todo arreglado. Mucho peor están los pies de Román, que duelen con solo mirarlos. Pero se cambia de calcetines y de nuevo se pone de pie…La gente de Carcabuey, que es así de dura. Pepe Castro lo deja en este punto, por lo que solamente quedamos Ramón, Román y yo. Le digo a Ramón que esta vez sí, terminaremos a la hora que sea…
Acompañados por nuestros amigos, subimos al Peñón del Nervo y disfrutamos de esta ascensión como si fuera la primera. ¡Los gamones se han secado! Desde la cima disfrutamos de unas vistas increíbles. Todo lo que se ve lo hemos recorrido ya y cada vez queda menos. Salimos de nuevo al camino de Carcabuey a Luque y lo recorremos durante varios kilómetros hasta que salimos de la pista y nos dirigimos al Esparragal, en cuya cima nos espera una desagradable sorpresa: hay que atravesar una espesura de cardos y ortigas que nos separa del vértice geodésico. ¡Más madera! Después, una entretenida bajada hasta la Nava de Luque nos deja al pie de la Lastra, que subimos bajo un sol de justicia. En la cima, como sucedió en su vecino de enfrente, más cardos y más ortigas. En ambas sierras también nos ha acompañado Mª Carmen. Se ven las sierras de Alcaudete, de Martos, de Alcalá la Real, el pantano de Vadomojón…Y eso que empezamos a andar en Rute, en el otro extremo de todas estas montañas.
Nos despedimos del numeroso grupo que nos ha acompañado hasta aquí y seguimos nosotros tres más Rafa Pinilla, incombustible, y Mamen Martos, que también nos ayudó generosamente en el día de ayer y se incorpora ahora a andar. Nuestros pasos giran ya en sentido oeste y pasamos con rapidez por las cimas delAbuchite (máxima altura del término de Luque) y el Cerro Cavio. Vamos dando noticias de nuestra posición y cumpliendo el horario establecido. Las sombras se van alargando en la cima del Bramadero, ya en las sierras de Zuheros, desde donde bajamos hasta el cauce del Bailón y afrontamos el duro repecho del CerroZumacal hasta su cumbre, donde nos espera de nuevo una magnífica alfombra de ortigas que vuelven a martirizar nuestras piernas…pero también están Bauti Camacho, Luis Márquez y otra vez mi cuñado Jesús, quienes nos dan un último y definitivo empujón de ánimo. Desde allí ya asoman las antenas del Santuario de la Virgen de la Sierra, lo vamos a conseguir.
Hay que encender de nuevo los frontales. El GPS marca ya la mítica cifra de 100 km. cuando pasamos por las antiguas hazas de labor Monteprieto, con las luces de Doña Mencía y Baena a nuestros pies y afrontando el gran pedregal del Cerro de las Melladas hasta su cima. El croar de las ranas de la Cañada de la Laguna nos sirven de referencia para bajar por buen camino hasta este gran prado que precede a la Abrevia, nuestra siguiente ascensión, a cuyo deteriorado vértice geodésico llegamos sin otra novedad que las abundantes ortigas que lo rodean (otra vez). Bauti nos deja cerca del Cortijo de la Majá y ahora viramos hacia el sur… esto se está terminando.
El sueño empieza a hacer acto de presencia en los extensos lapiaces que preceden a la cima del Cerro Camarena, pero el viento frío que hace arriba nos espabila otra vez. La bajada por la vereda del Azúcar Cande se hace especialmente dura, el terreno es muy empinado y pedregoso. Hemos pisado tantas piedras desde que salimos ayer…Pero continuamos, la meta está ahí, al alcance de la mano. Viene ahora una suave subida al Cerrillo Redondo, la mayor altura de Juan de Escama, y el último repecho desde el Puerto del Robledo hasta la Curva de los Malecones, donde ya vemos las luces de nuestro infatigable equipo de apoyo, que está viendo nuestras luces desde que aparecimos en lo alto de Camarena. Cuando llegamos a la carretera, abrazos emocionados, fotos y más fotos y una última subida hasta los miradores del Santuario de la Virgen de la Sierra. Los hermanos Castro se incorporan de nuevo y nos acompañan en lo que queda. También Mª Carmen está aquí. Cuántas veces me había imaginado este momento…
Román no sabía que ahora había que bajar hasta Cabra andando, pero este tío está hecho de otra pasta: agacha la cabeza y sigue caminando. Algo después del Cortijo de Góngora aparece una sombra en el carril que comienza a andar con nosotros. Es Enrique Triano, que ha subido hasta aquí para hacer este último tramo hasta Cabra. Son las 2,30 de la madrugada cuando llegamos a la Vía Verde y de nuevo un numeroso grupo de amigos nos está esperando. Más abrazos, más fotos y últimos metros hasta la estación, donde apago solemnemente el GPS. Juan se ha traído dos botellas de champán, así que brindamos por nuestro éxito y nos las bebemos con ganas. Al fin y al cabo, como decía Román, si no había nada que beber después de toda esta tralla ¿qué sentido tenía llevarla a cabo?
Llega el momento de las cifras. Nuestra Integral de las Sierras Subbéticas ha tenido en total una distancia de 117 km., con un desnivel positivo de 6.788 m. y negativo de 6.971 m. En total, 13.759 m. de desniveles en los que hemos invertido unas 43 horas, de las cuales 33 han sido en movimiento y casi 10 parados, sobre todo en los avituallamientos y en las fotografías de las cimas. Durante el trazado hemos completado la ascensión de un total de 28 sierras en formato “non stop”, sin descansos intermedios. Por su alejada situación geográfica, en 6 de ellas ha habido que utilizar la misma ruta de subida y de bajada. En las 22 restantes hemos conseguido diseñar un ascenso y descenso diferentes, lo que ha permitido agilizar el recorrido y acortar las distancias y los tiempos. Lo que no consigue recoger el GPS es la dureza del terreno, incrementada por la vegetación que cubría gran parte del recorrido. Aproximadamente un 25% transcurre por caminos y zonas cómodas para andar, siendo el resto superficie de montaña, incluyendo tramos donde hay que usar las manos para transitar con seguridad. Sin duda, estamos ante uno de los retos deportivos en la naturaleza más exigentes que se pueden llevar a cabo en Andalucía… y más allá. Y lo hemos llevado a cabo aquí al lado, a las puertas de casa…
Y también llega el momento de los agradecimientos. Esta ambiciosa idea no podría haberse llevado a cabo sin la colaboración del numeroso grupo de socios de Cima 2000 y amigos que nos han ayudado, tanto los que han andado en alguno de los diferentes tramos como los que nos han apoyado en los avituallamientos, con su presencia o con mensajes de ánimo desde la distancia, siempre con sentido positivo. Han hecho suyo este precioso proyecto, se han volcado en su realización y el éxito, sobre todo, es suyo. Como dice mi amigo Pepe, “de sombrerazo”.
Mención especial merecen mis compañeros Ramón Castro y Román Moral. El primero, en un estado de forma asombroso, tiró constantemente de los demás y fue un continuo estímulo para seguir avanzando. Su aportación fue decisiva. Román disfrutó de paisajes desconocidos para él y se sobrepuso al estado de sus pies y al cansancio para terminar; y eso que no había entrenado prácticamente nada…En cuanto a mí, he cumplido un sueño largamente perseguido con mucha ilusión y desde ahora miraré a mis queridas Subbéticas con un cariño especial. He aprendido que los retos están para cumplirlos. Y es que, como me contó mi compañero Rafa Pinilla en palabras de Cristóbal Colón: “Nunca vas a cruzar el océano hasta que tengas el coraje de dejar de ver la costa”.
Julián García Moreno