jueves, 19 de enero de 2017

MARRUECOS 2016


“Volvemos por Navidad” a tierras de nuestro país vecino, a disfrutar de sus bosques, montañas y ríos, y como no, de sus gentes y comidas. Somos siete: José, Quisco Luis, Rosa, Javier, Agustín, Raúl y yo, que desde Cabra y Rute, decidimos echar parte de la Navidad lejos del bullicio comercial y desmadre oficial al que nos someten en  dichas fechas. Nada más saludable que retirarse a explorar el parque nacional de Talassemtane, en pleno Rif marroquí.


Tras cruzar el charco, y pisar el continente africano, vemos España desde la otra orilla, y que mejor opción que subir al Jbel Musa o Mujer Muerta (839 m), inmejorable mirador con vistas al mediterráneo, para disfrutar aún más del paisaje hasta la lontananza. El ascenso es brusco, estamos a nivel del mar, pero pronto, imponentes acantilados y espectaculares calitas, con vistas a la bahía de Beliones, pequeña localidad costera del estrecho, nos hacen olvidar la subida. Decidimos no llegar al punto más alto, porque el tiempo corría en nuestra contra, y se nos haría de noche; de manera que costeamos hacia los coches, por un sendero precioso, con el atardecer a nuestra espalda y acompañados en todo momento, por el controvertido islote Perejil. Acabamos el día en unas coquetas cabañas rurales en pleno campo en las afueras de Tetuán, con vistas al macizo del Gorgues, por donde seguiremos de ruta. El segundo día, tenía como objetivo localizar la cabecera de una espectacular cascada en el río Aray. Partimos de la cascada de Zarka, cruzamos el río y empezamos el ascenso a través de un pequeño poblado campesino. La idea era llegar a Dar Jarjor, y desde allí localizar la cascada, pero tuvimos la suerte de orientarnos bien, y tras unos pasos laberínticos entre abundantes y espesos lentiscos, conseguimos localizar el sendero que nos llevaría a la cascada, o mejor dicho cascadas, pues la segunda no desmerece a la primera. La de más arriba es una bonita chorrera (12m), caracterizada por la presencia del travertinos o calizas tobáceas; esta formación geológica está presente prácticamente en todas las cascadas que hemos visto en el entorno. Seguimos el sendero, paralelo al cauce del río que pronto nos mete en el cañón, que nos llevará a la cabecera de la imponente cascada. La vistas son inmejorables, con el pico Sidi Timin (también conocido como el Pico de las Monas, por la presencia de macacos) y Tetuán al norte. Bajamos al río, desde abajo el desnivel de la cascada es de unos 200m, aunque la cascada en sí, no creemos que supere los 50m, una maravilla de todas formas. Volvimos a Zarka por el sendero que transcurre paralelo al río. Hay que tener mucho cuidado de no despistarse, pues dificultaría la salida y por tanto podríamos estar un buen rato desorientados encañonados en el río. La tarde se nos echaba, y teníamos que ir a Tamalout, donde habíamos propuesto para hacer noche. Bajamos por la carretera de la costa mediterránea, para desviarnos al interior en busca de las montañas. La carretera que nos llevaría a nuestro destino, pronto se volvería pista, y mas arriba, en tramos muy umbríos de terreno algo peligroso; el temporal de días atrás había hecho, que algunos sectores del carril estuvieran muy embarrados y los coches patinaran. Subíamos y subíamos, el desnivel que teníamos que hacer era de unos 900m, y no conseguíamos llegar, ¿dónde demonios estaba Tamalout?, era la pregunta que no parábamos de hacernos. Nuestra suerte fue que el campo está habitado, por todos sitios hay casitas; y, en plena noche cerrada, y cuando llevábamos más de una hora carrileando, con el corazón un poco acelerado, dimos con una persona que conseguimos que saliera de su casa para indicarnos. Menuda odisea hasta que nos vimos en el albergue. Nos relajamos con un té calentito de bienvenida y la amabilidad de aquella humilde gente. Pronto cambiamos a unas Cruzcampo que llevábamos de incógnito, y un suculento pollo con patatas que nos ofrecieron. A descansar, pues el siguiente objetivo, al tercer día, era subir al Jbel Kelti (1926m). El año pasado, hicimos la ascensión por su cara suroeste y cuando estábamos arriba veíamos dispersas entre bancales y casi en la vertical unas casitas que nos llamó tanto la atención que este año decidimos que teníamos que explorar esta otra subida.

Tamalout (930m.), es una pequeña población situada al pie del Kelti, en su cara noroeste. El día amaneció con la cumbre cubierta de nubes y niebla, por lo que lo más recomendable era localizar a alguien del poblado que quisiera guiarnos, y así disfrutar del día relajadamente y cumplir con nuestro objetivo. Vitel fue quien nos acompañó, con su sonrisa permanente y sus ganas de complacer nuestro objetivo. Hicimos cumbre en unas dos horas y media, y como desde abajo intuíamos, con poco que ver, pues la niebla era intensa, y arriba a pocos metros dejábamos de ver. Lástima, desde arriba las vistas son espectaculares,  al norte la costa española y marroquí, la sierra de las Nieves, Gibraltar…, y al sur los picos del Lakraa y el  Tissouka, etc. Volvimos a las seis horas con la duda de salir otra vez de noche hacia Azilane, por esos carriles tortuosos, o hacer noche otro día en Tamalout, y al día siguiente continuar con la ruta. Hicimos noche allí, y esto hizo que los planes cambiaran, dejando la idea de hacer el Tissouka para otra ocasión. El cuarto día lo echamos más bien de relax, salimos en dirección a Akchour, que es una pequeña localidad situada en el valle de Talembote, donde pasaríamos la noche. Desde allí fuimos por la falda de la montaña a ver el impresionante Puente de Dios de unos 35m de altura, una construcción natural fruto de la erosión de río Farda, que une a unos 30m, un lado del cañón con el otro.

Nuestro último día, lo dedicamos a hacer la ruta de la Gran Cascada, que la mayoría no conocíamos y teníamos ganas de no volver, sin verla. Para ello remontamos el río El Kelaa por un sendero muy marcado, donde iríamos cruzando el río de un lado a otro, unas veces por pasos naturales y otras por imponentes bloques de hormigón que afean un poco el trayecto. De vez en cuando nos sorprende el chillerío de los monos que por allí habitan, y que se dejan ver en algunos riscos del impresionante cañón tomando el solecito mañanero. Pozas y cascadas de aguas cristalinas, hacen que este rincón en verano se convierta en lugar muy turístico, de ahí la cantidad de chiringuitos que nos encontramos en todo el trayecto. El tema de la basura, no lo llevan bien, y el del plástico menos. Al final la Gran Cascada (60m), espectacular.
Así transcurrieron estos cinco días por Marruecos, donde disfrutamos no sólo del lugar sino también de la convivencia del grupo. Como siempre dejamos rincones con expectativas de volver y conocer; un saludo y hasta la próxima.
Marruecos 2016




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