martes, 12 de abril de 2016

SIMA de CABRA

Mucho se ha dicho y escrito ya, sobre la sima de Cabra; leyendas e historias que desde siglos atrás le han dado a esta cavidad un halo de misterio; historias de las que yo no voy a hablar aquí, y que muy bien recogidas han sido en su libro, “La Sima de Cabra”, por Pablo Luque. De una manera resumida, voy a contar la experiencia de las tres últimas “bajadas” a la sima, en las que yo de alguna manera he estado presente. La primera sin duda fue la más deseada, mi primer descenso el día 26 de julio de 2015. Antes de tener el gusanillo en el cuerpo del binomio espeleología y fotografía, pensaba que no había que estar muy bien la cabeza para dejarse engullir por semejante “bujero”, o dicho de otra manera, meterse en ese oscuro abismo. Pues bien, a medida de que has hecho alguna práctica de técnica de progresión vertical, empiezas a entender de que es posible; aunque el “coco” aún  te sigue recordando que hay que estar un poco loco. Y es que los 116m de profundidad no son lo que impresiona, sino, estar viéndolos desde que te dejas caer en la cuerda.  Ese día, desde que te levantas estás más serio de lo habitual, tenso diría yo. Llegas al lugar, respiras profundo en reiteradas ocasiones y pronto te equipas. Empiezas a ver como descienden tus compañeros, que en esta ocasión es por la Vía de los Canales, hasta que te toca; ahora estás tú, sólo ante el peligro, no caben dudas. Todo transcurre con normalidad, aunque hasta que sales, incertidumbre es lo que te rodea. Dentro es todo grande, un troco de cono perfecto, que se vuelve oscuro, con ventanas que dan a galerías que te llevan al fondo, y allí te posas sobre una montaña de derrubios. Descansas y a subir, la segunda prueba del día. Estás arriba y sales, es un día grande, esbozas la primera sonrisa del día. Gracias a José, Miguel y Juan, consigo mi primera experiencia con la sima; que, yo diría apenas disfruté, mucha tensión. La segunda jornada fue el sábado 3 de abril de 2016, y ese día, también fue grande, aunque yo no bajara. Fue nuestra compañera Rosa la protagonista, cuarta egabrense en poner sus pies en lo más profundo del pozo; valiente y capaz, como el que más. De alguna manera quise acompañarle, y estuve esperando su salida con unas cervezas fresquitas para celebrarlo. Ese día bajaron José Ballesteros, Juan Gallardo, Antonio Ordoñez, Kisko Luis Ortiz y Rosa Ortiz, todos miembros de GEAL, se instalaron dos vías la de los Canales y la Clásica del pozo principal. Por último, el sábado día 9 de abril de 2016, días después,  acompañamos José, Kisko Luis y yo, a un grupo de estudiantes ingleses del Imperial College Caving Club de Londres, que han estado visitando algunas de las cuevas más importantes de Andalucía. Otro día fantástico, con Jack Hare, Tanguy Racine, Catalina García, Rhys Tyers y kenneth Tan.  A partir de ahora, que empiezo a familiarizarme con el pozo, mi objetivo es intentar hacer buenas fotos de la sima, para disfrute de todos. Un saludo y hasta la próxima.

domingo, 3 de abril de 2016

TIÑOSA, SIERRAS SUBBÉTICAS.


En esta segunda jornada de nieve, el cuerpo nos pide subir al pico más alto de la provincia, donde aún podemos disfrutar de una ruta montañera puramente invernal. Está bien claro que nuestro objetivo es el Pico Tiñosa (1570m), en esta ocasión partimos del cortijo la Peñuela, en su cara norte, la ruta más típica habitual, ascendiendo por el arroyo Petronilo, para llegar pronto a puerto Mahina. Aquí empieza la subida más dura; dos opciones, escogemos la cara oeste, pues por la norte y temprano que aún era, podíamos encontrarnos algunas placas de hielo con el consiguiente peligro.  Caminamos entre canchales de piedras sueltas y veredas de ganado en dirección a la cueva del Morrión, que se encuentra en el saliente que más  caracteriza el perfil de la Tiñosa.  Como es costumbre, aprovechando la boca tan espectacular de ésta,  captamos alguna instantánea jugando con el fuerte contraluz y el impresionante paisaje de fondo; sesión de sombras chinescas.  Seguimos por la cara sur para hacer el último tramo hasta el punto geodésico; con vistas inmejorables, aunque en esta ocasión no se dejaban ver mucho por la sucesión de nubes que las impedían. Volvemos, de nuevo por el Morrión y por la cara norte, y de ahí al cortijo de la Peñuela. Un saludo y hasta la próxima.


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